lunes, 23 de febrero de 2009

Cuando el CIO es el Pavo

Existe una muy interesante teoría conocida como el “pavo de Russell” que la argumento diciendo que un pavo comprobó que todas las mañanas le daban de comer y tras varios meses de consideraciones iba a concluir una ley universal (“estos humanos tan cordiales me deben adorar, todos los días me dan de comer”), al llegar el día de Acción de Gracias al pavo le ocurrió un evento inesperado (para el pavo, no para los cordiales humanos)

Si en los 80's “La Meta” de Goldratt sacudió nuestras rancias y vetustas ideas sobre la gestión y en los 90's fue “La Quinta Disciplina” de Peter Senge que nos hizo cavilar sobre la necesidad de acoger el pensamiento sistémico dentro de las organizaciones para afrontar los desafíos progresivos de un mundo caótico, el siglo XXI se inicia con una corriente de pensamiento que marca la necesidad de reaccionar al cambio continuo y es el profesor Taleb quien nos brinda algunas pistas para descubrir los errores en los procesos de lógicos cuando CIOs se enfrentan frente a la complejidad, la incertidumbre y la aleatoriedad.
Gran parte de la matemática estadística –Business Intelligence- que hoy domina el negocio, utilizan el cálculo de riesgos y las distribuciones de probabilidades como herramienta están dominadas por esta condición de pensamiento: a mayor reiteración de un hecho menor sensibilidad frente a lo inesperado.
Si bien esta condición es aplicable a cualquier área de una empresa, es el área de Tecnología la que más se ve afectada ante la responsabilidad del manejo y presentación de la información.
Sin dudas que los cambios de la globalización han variado para siempre la forma de hacer negocios y el departamento de sistemas y en particular el CIO juega un rol diferencial en la supervivencia y adaptabilidad del negocio a un entorno caótico y hostil.
El tiempo es una religión, es la nueva religión de nuestra época, hace 50 años el negocio soportaba una reacción en un tiempo de 5 años, luego fueron necesarios 5 meses, 5 días y ahora cinco minutos cuentan, pero 5 segundos marcan la diferencia. Reconocer una intrusión en 5 segundos puede evitar la perdida de una ventaja competitiva.
Los nuevos procesos de negocios deben ser transparentes, la ética debe jugar un rol central en el negocio, “La ética no es una rama de la estadística: una cosa no deja de ser atroz porque millares de hombres la hayan aclamado o ejecutado" alguna vez afirmo Jorge Luis Borges, sin sospechar la vigencia perpetua de sus palabras en el mundo de los negocios globales.
Todo el mundo quiere ser único en su trabajo y el CIO es el responsable de garantizar que la magia del negocio ocurra generando un fluido de información y consintiendo que el talento de cada miembro de su empresa explote con todas las herramientas necesarias cerca de la mano, pero sacar el máximo de las competencias ya no significa simplemente hacer que puedan completar las tareas a tiempo y dentro del presupuesto.
Para hacer una tarea realmente destacada, hay que gerenciar al negocio teniendo en cuenta lo probable y lo altamente improbable, para ello es necesario considerar estas tres propiedades: gran repercusión, probabilidades quiméricas para ser calculadas y efecto sorpresa. En primer lugar, su incidencia produce un efecto asimétricamente colosal.
En segundo lugar, tiene una probabilidad modesta pero resulta imposible de calcular en base a la información disponible antes de ser percibido el hecho.
En último lugar, una propiedad perniciosa conocida como del “cisne negro” es su efecto sorpresa: en un momento dado de la investigación no hay ningún elemento concluyente que revele que el evento vaya a ser de alguna forma probable.
El CIO como hombre de negocios tiene una base genética y filosófica para deducir lo poco preparados que estamos los humanos cuando nos enfrentamos a la perplejidad y la aleatoriedad. Ciertamente, la evolución no lo favoreció para contar con un tipo de pensamiento complejo y probabilístico, por el contrario, los CIOs son muy rápidos en apadrinar decisiones fugaces apoyados en una mínima cantidad de datos o en teorías superficiales y carentes de solidez, porque quienes tropezaban con una cobra se lanzaban a correr por presuponer que todos los animales salvajes siempre matan a los seres humanos tenían más probabilidades de sobrevivir que quienes preferían poner a prueba tal hipótesis de manera empírica. Claro que hay cobras que prefieren no asumir riesgos ante un humano y huyen, pero es preferible ser sensato y prudente de antemano que sufrir más tarde las consecuencias (problema de la inducción). El CIO también lucha contra un problema filosófico cardinal: la platonicidad o “falacia platónica”. Somos naturales de la escuela platónica que nos animó a optar por la teoría estructurada, ordinaria y comprensible, antes que gerenciar la desordenada y compleja realidad, gerenciar el caos en los negocios; por otra parte, los CIOs promedio se inclinan a seleccionar únicamente los hechos que encajan en sus propias teorías (falacia de las pruebas silenciosas) o cuando los hechos han tenido lugar, el CIO se ve obligado a inventar historias preconcebidas para que el hecho parezca tener una causa (falacia narrativa).
El CIO tal como lo conocimos en el siglo XX esta extinto y necesita aplicar creatividad, conocimiento de negocios, innovación constante y fundamentalmente capacidad de gerenciar el cambio continuo y la imprevisibilidad de una economía global sustentada en la información y el conocimiento.
El CIO de este siglo es parte del directorio de la empresa, toma decisiones y conduce junto al CEO el futuro de la compañía y el negocio, caso contrario es el pavo en el día de Acción de Gracias.

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